Seamos honestos.
Va a pasar. En algún momento, sucederá.
Cuando hay dos o más personas interactuando e intercambiando ideas, vendrá el momento en el cual algo sucede y pone a personas en bandos opuestos de una discusión. En otras palabras: siempre habrá una necesidad de perdonar y pedir perdón. Sin embargo, muchas veces pensamos que hemos perdonado, pero de pronto vuelven a aparecer los sentimientos de enojo…
Entonces, ¿cómo yo sé que perdoné?
____
Si eres Cristiano, no tienes opción. HAY que perdonar. En las palabras de C.S. Lewis:
“Ser Cristiano significa perdonar lo inexcusable, porque Dios ha perdonado lo inexcusable en tí.”
Pedir perdón es un acto de humildad que debe ser practicado con regularidad.
Si tú eres quién hizo mal, no debes pensarlo dos veces para pedir perdón. De hecho, dice la Biblia que si alguien tiene algo en contra de tí (nota que NO dice: “si tú tienes algo en contra de alguien”), ni siquiera debes ofrendar hasta que resuelvas ese conflicto (Mateo 5:23-24)
Si tú fuiste la persona a quién le hicieron mal, debes ir a donde la persona y perdonarlos – aunque no hayan pedido perdón. Jesús lo hizo (Lucas 23:34) y eso significa que ese es nuestro estándar; lo mínimo que se espera de nosotros.
Este simple acto de humillarnos y pedir perdón y/o perdonar, crea el carácted de Cristo en nosotros.
____

Tres formas de NO perdonar

Tenemos que recordar que el propósito de perdonar es restaurar. Si perdonamos a la persona, pero las cosas se mantienen tensas e iguales que cuando te hirieron, entonces no has perdonado.
Cuando alguien viene a pedirte perdón, estas son algunas que ejemplifican lo que NO es perdón:
  • “Perdonar, pero no olvidar.” ==> Definitivamente olvidar es difícil, pero NO es imposible. De hecho, es como se supone que sea. Dios perdona Y olvida (Miqueas 7:18-19) y recordemos que él es nuestro estándar.
  • “Te perdono aunque sé que no has cambiado (o no vas a cambiar).” ==> El perdón es una excelente oportunidad para cambiar – y puede ser un catalizador en ese aspecto – pero no es algo seguro. Recuerda que Dios nos perdona y se mantiene fiel aunque nosotros no lo hacemos (1 Timoteo 2:13). Además, debemos perdonar sin límites (Mateo 18:21-22).
  • “Te perdono, pero perdiste mi confianza.” ==> Sencillamente, esto no es perdonar. Como en la primera, esto implica que no estás dispuesto/a a olvidar y encontrarás que nada se ha resuelto en tu relación con esa persona – y esto significa que no se perdonó.
____

Entonces, ¿cómo yo sé que he perdonado a alguien?

• Cuando piensas en esa persona sin pensar cómo hacerla molestar.
Si lo primero que viene a tu mente cuando piensas en esa persona es “¿cómo puedo hacerle daño?” y no “¿Qué haría Jesús?,” entonces no has perdonado. Los rencores inhiben tu propio crecimiento espiritual.
• Cuando no piensas cosas malas sobre esa persona.
Cuando puedes ver algunas de las cualidades buenas de esa persona, entonces estás en camino a la sanidad.
• Cuando necesitan ayuda y no piensas dos veces (ni tres) en ofrecerla.
Si esa persona tiene una situación particular y, teniendo los medios para ayudarla, no lo haces, entonces te falta todavía camino por recorrer antes de llegar al perdón. Iremos más allá: No digas que eres Cristiano/a, si le niegas a esa persona el amor de Dios al no ayudarla.
• Cuando eres feliz porque/cuando son felices.
Cuando dejas de desearles el fracaso, has dado grandes pasos en el perdón. Perdonar significa dejar de mantener una bitácora de lo que esa persona hace mal.
____
Es un proceso. Todos llegamos a diferentes velocidades, pero es importante nunca perder de perspectiva que somos Cristianos – el peso está en nuestros hombros para demostrar y reciprocar el amor que Dios te ha desmostrado a tí – aún cuando lo martillaste en aquella cruz.
La Biblia es explícita en esto:
Si no perdonamos, no seremos perdonados (Mateo 6:14-15).
Si odias a tu hermano/a, eres un asesino – y no tendrás entrada al Cielo (1 Juan 3:15).
___
Veámoslo de esta manera:
Cuando nos cortamos, el área de la cortadura y su alrededor se vuelve muy tierna y sensible. Tocar en algún lugar cerca de la cortadura provoca mucho dolor – y, ¿tocar la cortadura? ¡Ni se diga!
Sin embargo, cuando la cortadura sana, se forma una cicatriz. Y cuando tocamos la cicatriz, a penas sentimos algo.
Así es perdonar. Sabes que has perdonado cuando se puede tocar la herida y, aunque estás conciente de que se está tocando donde se te hirió, no te vuelve a herir.
https://verdadyfe.com/2013/03/25/perdonar/


Si tratara de hacer un seguimiento de cuántas veces en una semana me comparo con alguien más, creo que rápidamente perdería la cuenta. Se siente tan arraigado que casi sucede como un reflejo. Durante un tiempo ni siquiera estaba consciente de ello, estaba tan arraigada en mis patrones de pensamiento.
Una extraña camina con un cabello precioso y una piel impecable. Pienso en mí misma: deseo parecerme a ella.
Un amigo está describiendo su reciente viaje al extranjero. Si pudiera irme de vacaciones así.
Una persona en la iglesia está compartiendo cómo Dios está trabajando en su vida. Desearía ser tan piadoso como ella.
A veces la sociedad incluso nos anima a pensar de esta manera. La publicidad intenta hacernos infelices con el statu quo y desear lo que no tenemos. Si usted está aburrido con su vida, entonces compre este coche – ¡su familia será tan divertida y aventurera como sus vecinos! Si quieres lucir tan bien como este modelo, entonces, compra esta ropa – mágicamente te veras delgada y fabulosa! Es supuestamente "aspiracional", pero en realidad sirve para hacernos sentir inadecuados y alimenta el pecado dentro de nosotros.
Como cristianos, esto puede ser peligroso. Cuando la envidia se arraiga en nuestros corazones, nos conduce por un oscuro camino de apariencia exterior, propio y respetable como un cristiano, mientras que albergamos un veneno maldad en el interior. Créame, he experimentado de primera mano la manera en que la envidia puede afectar negativamente mi relación con Dios y con los demás.
Proverbios 14:30 dice: “Un corazón apacible es vida para el cuerpo, mas las pasiones son podredumbre de los huesos.” Esto es porque la envidia tiene una forma de hacer crecer tu corazón en un pozo de amargura. Al igual que la propagación de esporas tóxicas, puede conducir a otros pecados, como el descontento, la ingratitud, el juicio, la malicia y la calumnia. Santiago 3:16 dice: “Porque donde hay celos y ambición personal[a], allí hay confusión y toda cosa mala.”
Hay muchos ejemplos de personas en la Biblia cuya envidia es fácil de ver, y las consecuencias nunca son bonitas. Caín fue envidioso de la respuesta favorable de Dios al sacrificio de su hermano Abel, y lo mató de ira ( Gen. 4 ). La envidia de Saúl por el éxito de David y la unción de Dios lo llevó a tratar de matar a David (1 Sam 18 ). Por un ejemplo más leve, el hermano mayor del hijo pródigo se quejó rápidamente del trato especial y la celebración que su padre dio a su hermano menor. Eligió consumirse en amargura (Lucas 15: 28-30).
En mi vida ha habido muchas cosas diferentes que me han hecho envidiar: la piedad o talento de una persona, su apariencia, su éxito, su buena salud, su matrimonio, su popularidad y respeto … la lista continúa. A veces es sólo un pensamiento fugaz, pero otras veces hay más maldad. Por ejemplo, noté en mí una tendencia a juzgar a los que envidiaba. En mis pensamientos buscaría sus debilidades, para que no parecieran tan envidiables. Resta decir que esto no era una manera efectiva (o ¡piadosa!) de lidiar con la envidia.
Por tanto, si usted es como yo, y este pecado en particular es una lucha en usted, ¿qué se puede hacer?
Gracias a Dios, que si confesamos nuestros pecados a él, él es perdonador, y no tendrá nuestro pecado contra nosotros. ¡Y el Espíritu Santo nos ayudará a cambiar! Como hijos de Dios, debemos " el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó" (Col 3:10).
En mi vida esto ha significado un par de cosas. Primero, oro a menudo para que Dios me revele los momentos y situaciones donde siento envidia. ¡Y él ha estado fielmente haciendo esto! Esta toma de conciencia es útil porque a menudo impide los efectos de la envidia que mencioné anteriormente, como la tendencia a morar en el descontento y la amargura o, a juzgar a otros. Tiene el poder de detener la envidia en su trayectoria.
En segundo lugar, confesar esta lucha con un par de amigos de confianza ha sido enormemente útil. La envidia es uno de esos pecados "ocultos" que tiene el potencial de permanecer en secreto en los rincones oscuros de mi corazón y endurecerme, convirtiéndome en una “sepulcro blanqueado.” Así que es importante traer el pecado a la luz. Me di cuenta de una gran diferencia después de compartir mi envidia con los demás. Verbalizarlo me hizo darme cuenta de la verdadera fealdad de mi pecado, que era una gran motivación para cambiar.
Y, por último, creo que el verdadero antídoto contra el veneno de la envidia es la gratitud. Si estamos continuamente dando gracias a Dios por lo que nos ha dado, y la forma única que ha dado a cada uno de nosotros, entonces es menos probable que anhele las cosas que otros tienen. Un corazón verdaderamente agradecido se regocijará en lo que Dios ha hecho por nosotros, y no estará pensando con nostalgia de las cosas que ha escogido en su soberanía retener. Nos permitirá ser gene rosos y bondadosos en nuestro amor por los demás; porque “El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia” (1 Cor 13, 4).
No necesitamos dejar que la envidia se arraigue en nuestras vidas, y envenenar nuestros corazones y nuestras relaciones. No apagará nuestros deseos ni nos dará contentamiento. Necesitamos apartar nuestra mirada de los demás, y deleitarnos en nuestro Señor, porque sólo Él puede librarnos y satisfacer los deseos de nuestros corazones (Sal 37:4).
Por Tanya Ling


¿Y ahora qué sigue? ¿Qué piensa Dios? ¿Por qué justo a mí?
Estas preguntas vinieron a mi mente muchas veces, luego de caídas o simplemente por darme cuenta de mi naturaleza pecadora. Espero que Dios traiga paz a tu vida por medio de mis palabras y que pueda restaurar tu corazón para que puedas seguir conociendo y profundizando tu relación personal con Él.
 ¿Por qué pecamos?
Simplemente nuestra naturaleza es pecaminosa, cuando Adán pecó, nos separó de Dios. Es decir que tendemos al pecado y a estar alejados de Dios, el hombre común se goza del pecado:
No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Romanos 3:11-12
Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican. Romanos1:32

Te invito a leer todo el capítulo 1 de Romanos para que puedas entender el contexto de este versículo. Anteriormente Pablo, el autor de la carta a Romanos, les enumeraba algunos de los pecados en los cuales el mundo estaba, y en los que aun hoy ha caído.
Por lo tanto los únicos responsables de nuestro pecado somos nosotros mismos y debemos acarrear las consecuencias del mismo. Esto no quiere decir que Dios no nos ama más, sino que todos nuestros actos tienen consecuencias físicas. Por ejemplo, si yo estudio una carrera, en un futuro voy a poder recibirme de lo que me gusta y trabajar de eso. El pecado funciona de igual manera y cada uno tiene diferentes consecuencias. Si robo un banco, seguramente vaya preso por muchos años, en cambio, si le miento a un pariente sobre algo que pensamos que es menor, tal vez no tenga consecuencia alguna, pero esto no quita que sea pecado. Una de las consecuencias más graves de nuestro pecado es la perdida de comunión con Dios. Un claro ejemplo de esto es el rey David, cuando cometió adulterio y asesinato. Él ocultó su pecado hasta que el profeta Natán lo confrontó y finalmente confesó su pecado. Pueden leer la historia en 2 Samuel 12. Las consecuencias del pecado de David fueron graves. Esto es lo que escribió David en el momento que ocultó su pecado:
Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió, Con mi gemir durante todo el día. Porque día y noche Tu mano pesaba sobre mí; Mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. Salmos 32:3-4   

Estoy triste porque pequé y le fallé a Dios. ¿Por qué?
Si sentís tristeza por tus fallas, es una buena señal. Como vimos antes, el hombre se goza del pecado, se deleita en su naturaleza pecaminosa. Sin embargo, en una persona que ha nacido de nuevo, mora el Espíritu Santo; él es quien da convicción de pecado y genera esa tristeza para arrepentimiento. Leamos el siguiente pasaje:
Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar, pero la tristeza del mundo produce muerte. 2 Corintios 7:12
¿La tristeza conforme a la voluntad de Dios? ¿Quiere decir que Dios quiere que pequemos? De ninguna manera, si pecamos es por nuestra propia carnalidad y nuestra rebeldía. Leamos el siguiente pasaje.
Que nadie diga cuando es tentado: “Soy tentado por Dios.” Porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Santiago 1:13-14

¿Es posible dejar de pecar?
Es imposible dejar de pecar; por nuestra naturaleza, siempre vamos a fallar. Pero esto no quiere decir que tenemos pase libre a pecar. Todo lo contrario, nuestra tarea es la santificación, es acercarnos cada día a Dios, que nuestra vida se parezca cada vez más a la que vivió Jesús sobre la tierra y progresivamente dejar de pecar.
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.  Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Romanos 6:1-6

¿Merecemos perdón?
No somos merecedores de perdón, nuestro destino es la muerte, es por eso que, al encontrar perdón en Jesucristo, nuestro agradecimiento es incontenible, es pura Gracia de parte de Dios. Porque no nace de nosotros sino de la voluntad de Dios, rescatarnos del pecado y darnos vida eterna.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia. Efesios 1:3-7
Personalmente, al conocer todas estas cosas, al sentirme amado, al sentir que él vio mi corazón y lo limpió, que vio mis errores y me aceptó, así como soy, no me dan ganas de pecar y hacer lo que yo quiera. Lo único que quiero es agradarlo, vivir conforme a su palabra, agradecer la paz en cada tormenta y hablarle los demás de este fuego que quema en mi interior.

Arrepentimiento   
Sabemos que Jesús pagó el precio de nuestros pecados en aquella cruz, hoy es el momento de que vuelvas a acercarte a nuestro Papá. Él busca ese corazón arrepentido, dispuesto a cambiar y mejorar cada día para conocerlo más. ¡No rechacemos el sacrificio de Jesús por nosotros!
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan1:9 
Ciertamente no hay pecado que Dios no perdone. Si hoy estas cargando con la culpa de tu pecado, si no podés encontrar perdón, esto dice nuestro Dios.
“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar.  Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallaran descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera.” Mateo 11:11:28-30

Estoy viviendo en pecado y no siento culpa de lo que estoy haciendo
Si este es tu caso actual, ruego a Dios para que pueda darte la convicción de tu pecado y puedas nacer de nuevo. Es el momento de pedirle a Dios que te conceda el nuevo nacimiento y vivir una vida llena de paz a su lado.

Matías Cardo


Vamos a comenzar con una pregunta fuerte y directa:

¿Quién quiere realmente morirse?... 
 Cuando escuchamos a alguien decir que no desea seguir viviendo, asumimos que esa persona o está pasando por una terrible depresión, o está luchando contra una enfermedad dolorosa e incurable, o simplemente ha perdido el deseo de vivir.  
Sin embargo, en algunos casos nuestro juicio puede estar equivocado. 

Escucha estas palabras de un hombre de elevada capacidad intelectual, en plena vida y con un ministerio que afectaba a miles. 

 2 Corintios 5:8
pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.

 Filipenses 1: 21-24
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. 
Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 
pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.

¿Qué tipo de persona escribiría algo como eso? 
Alguien como el apóstol Pablo, un hombre que deseaba el gozo de la eternidad con Dios, más que todo lo que esta vida terrenal pude ofrecer.

 Pablo tenía un deseo a morir que no era enfermizo.  
Tampoco era que despreciaba los dones temporales que Dios nos ha dado.  Simplemente sabía donde se encontraban los tesoros más grandes. 

En este compartir revisaremos algunos de los ídolos que nos separan de amar y adorar a Dios mas que a cualquier cosa.  

Ninguno de ellos son en esencia malos, pero el ponerlo por encima de Dios es idolatría y fuente de miedos, dudas y una vida incompleta:
  
1.- Reconocimiento humano : 

Las escrituras fomentan que podamos lograr una sana reputación

 Proverbios 22:1-4
De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, 
Y la buena fama más que la plata y el oro. 
El rico y el pobre se encuentran; 
A ambos los hizo Jehová. 
El avisado ve el mal y se esconde; 
Mas los simples pasan y reciben el daño. 
Riquezas, honra y vida 
Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.



2.- Controlar las cosas, sentirse cómodos, confortados:

Dios espera que ejercitemos una mayordomía idónea en nuestras responsabilidades y que sembremos para poder cosechar

 Proverbios 6:6-8
No des sueño a tus ojos, 
Ni a tus párpados adormecimiento; 
Escápate como gacela de la mano del cazador, 
Y como ave de la mano del que arma lazos. 
Ve a la hormiga, oh perezoso, 
Mira sus caminos, y sé sabio; 
La cual no teniendo capitán, 
Ni gobernador, ni señor, 
Prepara en el verano su comida, 
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. 
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? 
¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 
Un poco de sueño, un poco de dormitar,
Y cruzar por un poco las manos para reposo; 
 Así vendrá tu necesidad como caminante, 
Y tu pobreza como hombre armado.


3.- Placer y Posesiones

Hemos sido creados para disfrutar en plenitud los deleites temporales que Dios nos provee

 1 Timoteo 6:17
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

Aun así si nuestros anhelos y esperanzas se centran sólo en las cosas de esta vida, pues no hemos aprendido la primera lección. 

Pablo se posicionó en buscar un ministerio que le trajo fama y gloria.  
¿Por qué lo hizo? Porque Pablo era un adorador de Dios.  
El vivía para un propósito que era superior a él mismo y a su vida: prepararse para el momento en que miraría con sus ojos a su Hacedor y recibiría el premio por lo que hizo en la tierra 

 2 Corintios 5:10
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

La visión de Pablo respecto a la muerte era una visión acertada y con sabiduria. El sabía que nuestro tiempo en la tierra era sólo una preparación, que la muerte es el inicio de la verdadera vida. Es por esto que Pablo, instó a los Colosenses a hacer lo que el hacía:


 Colosenses 3:2-3
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

Si eres un creyente de Jesucristo, tu vida también está escondida con Cristo en Dios.
¿Es así como vives?
¿Cuales son los mayores anhelos de tu corazón? ¿Donde estas depositando tus tesoros?

Los adoradores de Dios entienden que no hay nada más bueno en esta vida que el mismo Dios.
  La vida de un adorador anhela el momento en el que se postrará delante del trono de Dios para declararle Gloria al Cordero.  

Ese día nuestras palabras, nuestra adoración y nuestra pasión por Dios no estarán limitadas. 
Que Dios por su gracia nos haga esa clase de adoradores aquí en esta vida

 Mateo 6:25-33
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

por: tesorosdedios.com  


La presente reflexión “LA LIMPIEZA DE NUESTRO TEMPLO” es de suma importancia, porque ya es hora de que, así como nuestro Señor Jesucristo limpió su Templo, lo hagamos nosotros tambien para poder acceder al Trono de la Gracia 
Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y enseñaba cada día en el templo, pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole” (Lucas 19:45-48) (RVR). 
limpiemos nuestro templo
Este episodio en la vida de Jesús, nos lo muestra con un celo santo, al ver en lo que habían convertido el Templo del Señor. Para los judíos el Templo era la máxima expresión de su fe; allí se reunían para adorar, para ofrecer sus ofrendas, para recibir instrucción y consuelo espiritual.
Era el lugar donde el Señor se dedicaba a enseñar las verdades y principios del Reino. Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos” (Lucas 20:1)(RVR). Era en el Templo donde Jesús libraba fieras batallas con los líderes religiosos de la época; los cuales le asechaban y hasta procuraban matarle, logrando su objetivo al crucificarle. Su religiosidad les había cegado el entendimiento y no permitían que el pueblo escuchara la sabiduría de El Maestro.
En el preciso instante en que Jesús entra al Templo, se encuentra con una escena donde el lugar se encontraba invadido por mercaderes y gente haciendo negocios, puede que hasta ilícitos dentro de un lugar Santo, que estaba dedicado exclusivamente para tener un encuentro con El Eterno. Jesús arremete violentamente contra aquellas personas, y amparándose en la Palabra de Dios, les exclama: “……Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”; una casa dedicada a la oración, es una casa para tener un contacto espiritual con nuestro Dios. Ellos la habían convertido en una “cueva de ladrones”. La habían convertido en un lugar donde se transaban objetos ilícitos obteniendo ganancias deshonestas, en un lugar totalmente impuro.
¿Cómo podemos nosotros mantener nuestro Templo Limpio?,
la Biblia nos dice en 1 Corintios 3:16: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?. Nuestro cuerpo nos dice el texto, es el templo de Dios. Significa esto que el Eterno, el Poderoso, El Omnisciente, El Omnipresente habita en nosotros.
También específicamente en 1 de Corintios nos los confirma: 1Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
¿Acaso no nos compromete a llevar vidas santas y comprometidas con Dios? El solo hecho de que el habita en nosotros, ya implica que tenemos parte con Dios, que nuestro ser interior posee un tremendo potencial divino, no obstante muchas veces con nuestras prácticas y costumbres lo ensuciamos y lo convertimos en morada de malos hábitos, malos pensamientos, de fornicación, envidia, ira, egoísmo, orgullo, lujuria y glotonería. Todos estos factores nos debilitan interiormente, construyendo una barrera entre nosotros y Dios. Nuestra naturaleza caída nos conduce a pecar y a ser ególatras. Es como cuando permitimos que todo esto se arraigue en nuestras vidas y eche raíces. Jesús lo enseño de esta manera, en Lucas 11:24-26:
“Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”.
Muchas veces nuestras vidas se reflejan en esta enseñanza. Luchamos en nuestras fuerzas por alejar de nosotros todo lo malo que ahí habita; nos aferramos a nuestra capacidad y no desarraigamos de nuestro interior los apegos. Estos son los que no nos permiten vivir vidas plenas. Es entonces cuando brotan nuevamente nuestros defectos interiores y vienen hasta con más fuerza y acompañados de otros que ignorábamos que teníamos. Con mucha frecuencia escuchamos decir: “Yo no sabia que podía ser capaz de hacer eso o aquello”; esto pasa porque no hemos limpiado a conciencia nuestro interior, es cuando no hemos liberado de nuestro templo interior los prejuicios religiosos (representado por los sacerdotes que asechaban a Jesús); los estereotipos con los cuales estigmatizamos a las personas.
Es entonces cuando nuestra casa, se llena de mercaderes de falsedad e ignorancia, de dudas, de temores, de angustias, de lujurias, de raíces de amargura, de envidia. Debemos limpiar, tal como Jesús lo hizo nuestro Templo Interior; recordemos que ahí habita El Espíritu Santo, el cual esta con nosotros para ayudarnos con la limpieza. Debemos dejar que actúe en nuestras vidas y nos guie. Permítame decirle, que la mayoría de veces, por las cuales no cambiamos es porque todo se lo dejamos solamente a Dios. Le decimos “Ayúdame a cambiar” y no hacemos nuestra tarea de limpieza interior. La Biblia nos menciona en Gálatas 5:22-23 lo siguiente: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Es este fruto el que debemos cosechar en nuestras vidas. Es todo lo contrario a lo que nuestra naturaleza caída nos inclina. Debemos iniciar esta cosecha espiritual, reconociendo nuestra incapacidad, y permitiendo que el Espíritu de Dios actúe sin ataduras dentro de nosotros. La oración y la meditación de la Palabra de Dios nos serán muy útiles. También la practica de valores y solidaridad con nuestro prójimo nos permitirán ponerlos en práctica cada día.
Es ahora cuando debemos despojarnos de todo peso que nos impide avanzar en la vida cristiana. Iniciemos limpiando nuestro Templo interior, sacando todo lo que este estorbando nuestra relación con Dios y llevando fruto espiritual. Es solo de esta manera que podremos ayudar a otros a limpiar también su Templo.
“Por tanto,  nosotros también,  teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,  despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia,  y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,  puestos los ojos en Jesús,  el autor y consumador de la fe,  el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,  menospreciando el oprobio,  y se sentó a la diestra del trono de Dios”. (Hebreos 12:1-2)
Por: Mario Samayoa y José Alberto Vega
Lev Shoméa. Con tecnología de Blogger.