¿Qué hacer en estos tiempos previos al gran juicio? Rumores de guerras... Apostasía... Manifestaciones diversas de maldad... ...

¿Qué hacer en estos tiempos previos al gran juicio?

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¿Qué hacer en estos tiempos previos al gran juicio?
Rumores de guerras...
Apostasía...
Manifestaciones diversas de maldad...
Desequilibrios en la naturaleza...
¿No parece todo esto demasiada “casualidad”?
Todo generalizándose de manera acelerada a lo largo y ancho de toda la tierra. Tal parece que el presente sistema social, económico, moral y religioso está a punto de colapsar como resultado de la desobediencia deliberada a la voz de Dios; y es que todo lo que se hace en contra de los parámetros divinos, fracasa.
Esto me recuerda lo que el profeta Sofonías escribió: “Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora. No escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios. Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana. Sus profetas son livianos, hombres prevaricadores; sus sacerdotes contaminaron el santuario, falsearon la ley. Jehová en medio de ella es justo, no hará iniquidad; de mañana sacará a luz su juicio, nunca faltará; pero el perverso no conoce la vergüenza. Hice destruir naciones; sus habitaciones están asoladas; hice desiertas sus calles, hasta no quedar quien pase; sus ciudades están asoladas hasta no quedar hombre, hasta no quedar habitante. Dije: Ciertamente me temerá; recibirá corrección, y no será destruida su morada según todo aquello por lo cual la castigué. Más ellos se apresuraron a corromper todos sus hechos. Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra”. Sofonías 3: 1-8.

Todo está en el punto exacto para que se produzca un juicio de grandes dimensiones en toda la tierra; ahora, con todo esto que está sucediendo, estamos en el preámbulo de lo que vendrá después.
Estamos viviendo en medio de “los principios de dolores” anunciado por nuestro Señor Jesucristo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” Mateo 24: 4-8.
Dejando de lado el fanatismo o exageración, y al discernirlo todo bajo la luz de la Palabra de Dios, nos damos cuenta que el mundo se va enfilando hacia un gran juicio divino previo a una tribulación generalizada de grandes dimensiones. La soberbia del ser humano, ya topó...

¿Qué hemos de hacer los cristianos en estos tiempos previos al gran juicio?
No perdamos la noción de lo que está sucediendo. No hay duda que estamos viviendo en los tiempos previos al retorno de Cristo...

Pongamos atención a la Palabra de Dios, y desechemos todas aquellas “voces” que pretendan ofrecer una interpretación diferente a su contenido, diciendo que todo está bien. Creo que las cosas no pueden ir bien cuando hay desobediencia deliberada de por medio.

Vivamos en obediencia radical a los preceptos de nuestro Señor Jesucristo, aunque todos opten por métodos de vida justificables y adaptables a los tiempos presentes.

Advirtamos al mundo sobre lo que viene, no con el propósito de sembrar miedo o sensacionalismo, sino de llamar a un arrepentimiento genuino; esa es la razón por la que Dios nos ha preservado y nos preservará en estos tiempos difíciles que se avecinan al mundo.

Atención con la advertencia que el apóstol Pedro hace en su carta
“Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles; sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen, así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimientoPero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán. Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación...” 2 Pedro 3: 1-15.
Amén.



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